Por Robert Vargas. VIDEO
Cuando a Claudio Caamaño Velez le resbalaron las lagrimas por la mejilla no expresaba el más mínimo sentimiento de debilidad cuando ya superaba las primeras 48 horas de su huelga de hambre, allá en la evenida Charles de Gaulle, junto al pastor Dío Astacio y a Rafael Rossó, sus más próximos compañeros de lucha contra el denunciado fraude electoral del 15 de mayo.
Nada de debilidad.
Absolutamente nada.
El es el benjamín de los seis dirigentes políticos que el viernes 27 de mayo decidieron dejar de comer para respaldar su reclamación de que las elecciones sean anuladas.
Caamaño Velez tiene 29 años de edad.
Cuando él nació, en el año 1987, su padre Claudio Caamaño Grullón, ya había entrado en las páginas de la historia dominicana a fuerza de metralla defendiendo la soberanía nacional contra la invasión militar estadounidense, en abril de 1965, junto al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Ocho años más tarde, Caamaño Grullón regresó con pasos firmes a escribir otra página gloriosa de la historia dominicana cuando, junto a Caamaño Deñó y otros siete patriotas, llegaron por playa Caracoles y treparon a la cordillera Central enamorados de un puro ideal para combatir la dictadura ilustrada de Joaquín Balaguer.
Siete de sus compañeros murieron en el intento.
Algunos años después, el padre de este chico volvió a empuñar las armas en defensa de la democracia.
En pocas palabras, el chico lleva en la sangre, en la mente y en el corazón la estirpe de los patriotas de verdad.
Fue por ese motivo que de sus ojos brotaron gruesas lágrimas cuando le habló a su padre, fallecido hace poco.
El se lamenta de que su padre no esté entre los vivos para hacer lo que le corresponde en estos momentos de crisis post electoral cuando se denuncia que a la democracia dominicana le dan severas estocadas y está en riesgo de muerte.
No es común encontrar chicos como él en este tiempo.
El quiere que el opueblo dominicano sepa que su integración a la huelga de hambre no es por un cargo electivo, sino en defensa de la democracia.
A Caamaño Velez no le importa padecer los rigores de una extensa huelga de hambre, después de todo su papá, cuando estuvo preso en la cárcel de La Victoria por el gobierno de Balaguer, hizo una protesta similar durante más de 50 días para reclamar servicios de salud.
Los dolores de cabeza y mareos que ha padecido los considera algo natural y recuerda que su papá llegó a pesar poco más de 80 libras debido a su propia huelga de hambre, en 1977.
En Caamaño Grullón, Claudio tiene su mejor ejemplo.
El quiere que su papá, donde quiera que esté, se sienta orgulloso de sus acciones en defensa de la democracia.
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